El Método, la bibliografía
y un Drone en las profundidades de las
montañas del Sureste Mexicano.
4 de mayo del 2015.
Buenos días o mediodías.
Esta vez no les quitaré mucho el tiempo, de modo que puedan
apreciar la exposición gráfica y descansen un poco, porque el semillero se va a
ir haciendo más y más complejo cada día.
Así que trataré de sólo limitarme a darles unos consejos
que, por supuesto, no seguirán, y a contarles el cuento más absurdo del que
tenga yo memoria.
La forma en que hemos organizado nuestra participación es
que participamos el Subcomandante Insurgente Moisés y yo, por turnos.
Es como una división de trabajo: yo los confundo y él les
aclara.
Yo digo las cosas de forma complicada y él las dice de forma
sencilla.
Lo hacemos así porque una y otra son formas en las que se
presenta el pensamiento crítico y creemos que tenemos que aprender y atender a
una y a otra.
Porque no se trata aquí de ganar adeptos para una u otra
corriente de análisis, o de la forma en que una u otra corriente de análisis se
expresa. Sino de provocar ideas, pensamientos, discusión, debates.
No para vencer a un supuesto oponente ideológico, sino para responder la
pregunta que todas, todos, todoasterminaremos por hacernos:
¿qué sigue?
Nosotros, nosotras, zapatistas, pensamos que hay una serie
de conceptos básicos de los que nos valemos para analizar, y hay una serie de
presupuestos fundamentales.
Por ejemplo, se ha convocado a este semillero como de
pensamiento crítico frente a la hidra capitalista.
Así se está dando por sentado que:
1.- El sistema dominante actual es el capitalismo y que es
su lógica la que es dominante en el mundo.
2.- Que este sistema capitalista no es dominante sólo en un
aspecto de la vida social, sino que tiene múltiples cabezas, es decir, formas y
modos diversos de dominar en diferentes y diversos espacios sociales.
Para ponerlo en términos de la niña defensa zapatista: el capitalismo cabezón
no te muerde en un sólo lado sino que en muchos lados.
3.- Hay un elemento inquietante en esto de la Hidra
Capitalista. Si se toma a la Hidra como el animal mitológico, se sabe que
tiene muchas cabezas, que si cortas una renacen dos, y que una de ellas es como
el corazón de la Hidra, la cabeza madre por llamarla de alguna forma.
Pero hay otra hidra, el pequeño animal que no sólo reconstruye sus tentáculos
destruidos, también se adapta, muta y es capaz de regenerarse completa desde
una de sus partes.
Quienes asistieron a la escuelita zapatista y estudiaron los
libros de texto, tal vez recuerden que insistimos mucho en las diferentes
formas que el sistema tiene para atacarnos, y que esas formas son cambiantes.
Tal vez haya oportunidad de volver sobre esto más adelante,
por lo pronto baste señalar que no nos estamos refiriendo a un monstruo
mitológico o a un animal del género de los hidrozoos hidroides,
depredador y menor a dos centímetros, sino a un monstruo real. El más
sanguinario y cruel que hayan conocido la realidad o la ficción desde que la
humanidad se dividió en dominadores y dominados.
Claro, puede ser que alguien sostenga que el capitalismo no
es el actual sistema dominante, o que sí lo es pero sólo en economía, o sólo en
política, o sólo en género.
O puede ser, también, que alguien sostenga que es el Estado
la cabeza madre de la Hidra Capitalista y no la relación social de producción
donde hay quien tiene capital y hay quien no tiene más que su capacidad de
trabajar.
O que las luchas contra diferentes cabezas de la Hidra son
secundarias o subordinadas a la lucha principal, cualquiera que ésta sea.
Por ejemplo, que la lucha de género es secundaria y la lucha por el poder
político es la principal.
Está bien, se dan argumentos, se analiza Y SE CONFRONTA con
la realidad.
Para eso estamos aquí, Para arrancar, abajo y a la
izquierda, un debate que abunde en ideas y análisis y no redunde en
calificativos. Es decir, no tenemos por qué convertir esto en una versión
de red social donde el intercambio de calificativos no rebase el límite de los
140 caracteres.
4.- Hay un elemento que no está explícito pero que es
fundamental: la práctica. Lo que nos llama a este inicio de reflexión
teórica, porque esperamos que sigan más semilleros, no es aumentar nuestro bagaje
cultural, aprender palabras nuevas, tener argumentos para ligar o desligar, o
demostrar que siempre podemos ser más ininteligibles. Lo que está en
juego acá, y después en los allá de cada quien según su tiempo, modo y lugar,
es la transformación de una realidad.
Por eso quienes debemos asumir, entre nosotroas,
la responsabilidad de mantener y potenciar esta reflexión, somos la
Sexta. Simple y sencillamente porque nos diferencian muchas cosas, pero
una nos identifica: hemos decidido desafiar al sistema. No para
mejorarlo, no para cambiarlo, no para maquillarlo, sino para destruirlo.
Y eso, su destrucción, no se logra con pensamientos, aunque,
claro, no faltará quien diga que debemos unir nuestras mentes y repetir
“desaparece, desaparece” con verdaderas fe y persistencia. No, pero los
pensamientos nos ayudan a entender contra qué nos enfrentamos, cómo funciona,
cuál es su modo, su calendario, su geografía. Para usar la expresión de
la escuelita: las formas en que nos ataca.
5.- Aunque partimos del supuesto de que el sistema
capitalista es el dominante, esto se acompaña de la certeza de que no es
omnipresente, ni inmortal. Existen resistencias. Las conozcamos o
no. El sistema no impone su dominio de manera tersa y sin disrupciones.
Enfrenta resistencias arriba sí, pero las de abajo son las que lo
amenazan. Como hemos dicho: no es que estamos hablando de algo que
pudiera ser, hablamos de algo porque ya lo estamos haciendo. Y creo que
es claro que en esto no sólo hablo del zapatismo.
6.- Ni teoría sin práctica, ni práctica sin teoría, hemos
dicho. No estamos hablando así de una división del trabajo: por allá los
que piensan, por acá los que practican. Lo que estamos señalando es que
quien hace teoría debe hacer práctica, casi diríamos que por método científico,
pero el pensamiento crítico lleva ese veneno: si sólo es pensamiento, no llega
a ser crítico. Y quien hace práctica debe reflexionar sobre ella, no sólo
porque, si depende de que un teórico le explique y le dirija, terminará por,
¿cómo se los diré?, bueno, terminará angustiado por si vota o no vota; también
y sobre todo porque debemos pensar que nuestra lucha no tiene un plazo definido
y, en cambio, abarca generaciones completas. Ésas reflexiones teóricas
habrán de servirles a quienes sigan cuando nuestro calendario llegue a su
última fecha. En una palabra: herencia.
7.- Ni pensamiento haragán, ni pensamiento dogmático, ni
pensamiento mentiroso.
No sabemos ustedes, pero si nosotras, nosotros, zapatistas,
tuviéramos pereza de pensar, estaríamos en un partido político institucional.
Si quisiéramos un dogma, seríamos una secta política,
perdón, quise decir religiosa.
Y si quisiéramos comulgar con ruedas de molino, nos
regiríamos por los preceptos de los medios de comunicación de paga.
El pensamiento crítico tiene como motor el
cuestionamiento. ¿Por qué esto y no otra cosa? ¿Por qué así y no de
otro modo? ¿Por qué aquí y no en otro lugar? Preguntando se camina,
decimos los zapatistas, las zapatistas.
8.- No hay ocho porque claro les dije que no les iba a
quitar mucho tiempo y todavía me faltan algunas cosas para hoy y un cuento
anacrónico.
-*-
Hace ya varias lunas, en algún rincón de estas
montañas del sureste mexicano, nos reunimos un grupo de compañeras y compañeros
de la Comandancia General del EZLN. El objetivo era “cruzar”
informaciones que se habían recabado, tanto en las comunidades como fuera de
ellas.
Así hacemos. No es el análisis de una persona la que
determina lo que sí y lo que no, sino un intercambio de análisis, de
reflexiones, de pensamientos. Lo que las compañeras y compañeros bases de
apoyo zapatistas han denominado, acertadamente, una “compartición”.
Espero que haya tiempo y modo para extenderme más en esto
después, por ahora baste decir que no siempre fue así.
En esa reunión había algo en común en los informes: se veían
alteraciones en la economía contrainsurgente en las comunidades, en la economía
local, nacional e internacional.
Después de hablar y escuchar, llegamos a la conclusión de
que veíamos lo mismo: se avecinaba una profunda crisis, no sólo económica pero
también económica, una tormenta.
Sintetizando la compartición de aquella madrugada:
¿Las señales?
Una.- Una crisis económica como nunca antes. Lo que
ahora se ve son sólo las primeras lluvias, lo peor está por venir. Los
economistas de arriba han pasado de señalar que la turbulencia se superaría en
meses, a adelantar que será en años. No tienen permitido decir la verdad:
no tienen ni la más remota idea de a dónde conducirá esta crisis. Porque
resulta que no es sólo una crisis económica. Hay que multiplicarla por
las catástrofes ambientales no-naturales, puesto que son el efecto de una causa
no natural: la transformación de todo, incluso lo básico elemental -agua, aire,
luz y sombra, tierra y cielo-, en mercancía. De ahí a su explotación
fuera de la más elemental lógica. Y no sólo, además están las catástrofes
propositivas, pero de ellas hablaremos después.
Otra.- La pérdida de la legitimidad de las instituciones
“tradicionales” (partidos, gobierno, sistema judicial, iglesia, ejército,
policía, medios de comunicación, familia) y el nulo intento de recuperarla.
Otra una.- La corrupción tan escandalosa en las clases
políticas que raya en la psicopatía. Es tal el nivel de degradación que
el verdadero Poder, el del dinero, está escandalizado. Tanto, que temen
que lo que no hizo la arbitraria tiranía del dinero, lo haga la corrupción en
los gobernantes: provocar una rebelión.
Una otra más.- Estamos frente a una realidad que se
sintetiza hoy en una palabra: Ayotzinapa. Para nosotras, nosotros,
zapatistas, Ayotzinapa no es la excepción sino la regla actual. Ahí está
el retrato de familia del sistema a nivel mundial.
Se ha dicho que el crimen organizado o el narcotráfico han
permeado la política. Ha sido al revés: los usos y costumbres de una
clase política corrupta (como la mexicana, en el caso de nuestro país, pero más
de una nación cumple con los requisitos), se trasladaron al crimen organizado.
¿Cómo decírselos? ¿Se han dado cuenta de cómo en los
medios y espectáculos se presenta a los genocidas y asesinos seriales como
insensibles? Bueno, la clase política moderna no es así, no es
insensible. Perciben perfectamente y tienen emociones. Sólo que no
son de pena, remordimiento, contrición. No, lo disfrutan. No
estamos frente a algo mecánico que tortura, mata, descuartiza y desaparece o
exhibe una víctima. No, se trata de paladear el crimen. De sentir y
gustar el poder de desalojar a una persona de su vivienda, de despojarla de su
tierra, de arrebatarle sus bienes, de imponerle el terror, de hacerle ver su
fragilidad, de recalcarle su indefensión, de humillarla, de despreciarla, de
aplastarla, de asesinarla, de matarla en vida y matarla en muerte. Sin
más razón que el ejercicio del Poder y de sus ministros a todo lo largo del eje
que atraviesa la pirámide social: del potentado hasta el “jefe de familia”,
pasando por gobernantes, legisladores, jueces, policías, delatores, gerentes,
jefes de piso, mayorales y mayordomos.
Por ejemplo, hay quien piensa que la manera con la que ha
enfrentado el gobierno federal mexicano y la clase política en su conjunto, el
crimen de Ayotzinapa mostró su debilidad, su torpeza, su incapacidad.
Puede ser. Lo que nosotras, nosotros, vimos y vemos es que lo administraron
disfrutando cada uno de los pasos. Se regocijaron con cada lágrima de los
familiares. Festejaron la rabia y la impotencia. Obtuvieron placer
al leer o escuchar cada relato de los supervivientes, de las madres y padres de
los que faltan. Si el común de la gente se horrorizó y se conmovió, allá
arriba hubo deleite. Los encargados gubernamentales de ver el asunto,
como el procurador de justicia, se fueron hasta que estuvieron ahítos de la
tragedia. No estamos frente a la pudorosa clase pudiente de antes, que
delegaba en otros (policía, ejército, paramilitares) la concreción del
crimen. No, los de ahora no se conforman ya ni siquiera con estar en el
palco vip de primera fila. Quieren sentir el placer directo de disponer
de vidas, bienes, historias. Al lado del sicario y del policía, están ahora los
herederos del Poder real.
Otra una otra.- Aunque las viejas estructuras del poder
político y económico todavía aparezcan de tanto en tanto a decir alguna
insensatez, no son sino escombros de lo que fueron. La mayoría de las
grandes empresas antes nacionales, ahora no son sino prestanombres de los
grandes capitalistas mundiales, y todos, absolutamente todos, están atados y
sometidos por la banca internacional. Ironías: temerosos siempre de los
de abajo, fueron despojados por los de más arriba. De nada sirvió
cultivar a los paramilitares (la “Brigada Blanca” en México, los “GAL” en el
Estado Español) para las “guerras sucias” en todos losabajos del
mundo. Ahora se consuelan mutuamente en las siempre decadentes páginas de
sociales de periódicos, revistas, programas frívolos, y el feisbuc como
opción más económica.
Y mientras los nostálgicos del poder económico de antaño se
pelean, y se reagrupan cuando la plebe parece levantarse, los grandes monarcas
del dinero, los que en lugar de un nombre en la lista de FORBES tienen un
asiento en el consejo de accionistas de bancos y emporios, toman
posiciones. Los que realmente mandan adquieren terrenos, empresas
quebradas, “cuadros calificados”. El trabajo de “limpia de personal” lo
hacen los negocios que, aún no lo saben, habrán de quebrar.
Entrarán los grandes ya sin el lastre de sindicatos, contratos colectivos,
personal de confianza.
Los aparatos represivos supuestamente nacionales, erigidos
con la coartada de la defensa frente a la amenaza externa y el control interno,
hacen genuflexiones ridículas ante sus superiores en las metrópolis. Era
cierto eso de la desestabilización alentada por intereses extranjeros, pero la
amenaza interna no vistió los ropajes de la guerrilla, sino que llegó con
traje, corbata y escoltas importadas. No portaban armas de fuego, bombas
molotov, manuales subversivos, sino créditos a plazos infinitos… e impagables.
¿Se espantan ustedes por los escándalos que aparecen o
aparecieron en los medios de comunicación y en las redes sociales? ¿Le
escandalizan las mansiones de Peña Nieto y Videgaray? ¿Las corrupciones
en los gobiernos de distintos puntos del planeta? Bueno, si quieren
realmente aterrarse, consigan una plática “off the record” con alguien
de los grandes medios de paga. Inviertan los papeles, en lugar de serentrevistadoas,
pregúnteles ustedes. No les pregunten por lo que ha salido publicado,
pregúntenles por lo que se ha silenciado. No por lo que se censuró, sino
por lo que ni siquiera apareció como proyecto de investigación o de nota
periodística. Entonces sabrán lo que es vomitar de asco y terror.
Si quieren, quédense y escuchen las justificaciones (razones de Estado, la
gente no está preparada para conocer toda la verdad -bueno, ni siquiera una
parte de ella-, nos amenazaron, la nómina, el proyecto, la chamba, la vida).
Una otra y ya.- La crisis que viene no va a mandar un
telegrama ni se va a anunciar en monumentales o cartelera. No, pone un
pie en su puerta antes de que alcance a cerrarla. Se cuela por las
ventanas, los resquicios. Se cuela por entre las noticias del escándalo
de moda. ¿Conocen ustedes eso que dice que las revoluciones no se
anuncian? Bueno, las crisis sí, pero al parecer nadie toma nota.
La crisis no se puede esconder dentro de un vocho azul,
ni debajo de un poncho beige. No se puede meter en la cárcel, ni
desaparecer, ni asesinar. No se puede poner en la lista de
desaparecid@s. Ni negociarla en los pasillos de los congresos, las
Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional.
Ah, cierto. Crisis como ésta no vienen solas.
Las acompañan los saltimbanquis de toda la historia: profetas, líderes,
salvadores supremos, nuevas religiones, el cambio está en uno mismo, ayúdate
que yo te ayudaré, piensa positivo, “sonríe, vamos a ganar”, “seremos su peor
pesadilla”.
¿La Cultura? ¿El Arte? ¿La Ciencia? Serán actividades
clandestinas si son independientes. Si son de paga, valdrán menos que la
propina al “valet parking” del antro de moda. Ironías: aterrados por la
piratería (se dice “producción alternativa”), y pasar a ser empleados de la
grandes empresas del entretenimiento, es decir, producir lo que mande el que
paga.
Ahora bien. ¿Y si no? ¿Si se trata sólo de una
alucinación del zapatismo? ¿Si la “libre empresa” local y nacional sigue
su paso boyante a un futuro mejor? ¿Si la banca internacional no depreda
los bienes de familias, países, continentes? ¿Si el capitalismo mundial
reconoce las diferencias y la diversidad?
¿Si los partidos de izquierda priorizan sus principios y
programas por encima de su afán de puestos? ¿Si los gobernantes son
moderados en su rapiña y dedican una buena parte de su botín a reconstruir la
seguridad social? ¿Si es sólo una lluvia pasajera, algunos nubarrones que
pasaron sin más?
Si pasa todo eso, es decir, si no pasa nada, responda usted
¿le hará daño haberse organizado?, ¿le estorbará haber tomado, junto a otros,
otras, otroas, su destino en sus propias manos?, ¿le
molestará el haber escuchado a otroas, iguales, diferentes
como usted? ¿Será más pobre, menos persona? ¿Se sentirá vacío,
incompleto, inútil?
El mundo, su mundo, ¿será peor o mejor?
-*-
Ahora permítanme volver a nuestra reunión en uno de
nuestros rincones.
Después de ver que sí, que está cabrón. Pasamos a la
parte como quien dice deliberativa.
Se decidieron entonces dos cosas: una fue prepararse para
una época de crisis económica, la otra, avisarles a nuestroas compañeroas de
la Sexta y preguntar con otros, otras, otroas, de la
Sexta y no, qué era lo que veían.
La primera no representaba mayor dificultad. Ya
organizados para la resistencia, los pueblos zapatistas podrían enfrentar esos
problemas porque de por sí es lo que hacen y lo hacen en colectivo.
Lo segundo era más complicado. Dos obstáculos
monumentales se levantaban frente a nosotros, nosotras: la geografía y el
calendario.
Como zapatistas tenemos la fortuna de tener compas en las
más diversas geografías. Aunque era posible convocar un evento internacional,
como ya lo hemos hecho antes, el carácter reflexivo que la situación ameritaba
hubiera sido muy difícil. Aun así, aunque se pudiera construir ese
espacio de análisis y reflexión, sería centralizado, y eso significa que sólo
podrían estar algunas personas y que muchas, la mayoría, no podrían
hacerlo. La paga no era el único problema, también estaban las
ocupaciones y luchas de cada quien en su lugar.
Del calendario ni hablar.
Pensamos entonces en hacer un inicio y pedirles a nuestros
compañeros, compañeras y compañeroas de la Sexta que le
siguieran, y fueran construyendo sus propios espacios de acuerdo a su tiempo,
lugar y modo.
Así fue como surgió la idea de este seminario, o mejor
semillero, para que la niña defensa zapatista no piense que estamos formando
curas.
-*-
Bueno, ahora sí el consejo:
Hace muchos años estas comparticiones que les platico no
eran posibles, no al menos directamente. El contacto entre las diferentes
zonas era muy esporádico y superficial. El puente a través del cual se
comunicaban era el EZLN, particularmente la Comandancia General.
Ahí llegaban los distintos informes, ahí se valoraban, se “cruzaban”, se veía
lo que sí y lo que no. Claro, tampoco había mucho que valorar.
Estábamos dispersos y el aislamiento que nos protegía, también nos limitaba.
Crecimos. Un movimiento como el zapatista tiene esa
maldición: crecer. Y no me estoy refiriendo a crecer en cantidad, sino a
crecer en problemas y desafíos. Es así como se va haciendo nuestra
historia y como la hacemos nuestra.
Nosotras, nosotros, zapatistas, pensamos que para entender
una cosa, hay que conocer su genealogía. Es decir, su historia. Es
decir, cómo llegó a ser lo que es.
¿Recuerdan eso de la opción entre mirar el árbol o el
bosque? Bueno, pues los zapatistas, las zapatistas miramos la raíz.
Ya antes lo hemos dicho, pero ahora lo recuerdo: Nuestra
rebeldía es nuestro “NO” al sistema. Nuestra resistencia es nuestro “SÍ”
a otra cosa es posible.
También hemos señalado que nuestra meta-teoría es nuestra
práctica.
Bueno, pues ya saben ustedes que luego pasa que los grados
de seriedad de una reflexión teórica se establecen por la cantidad de referencias
bibliográficas. Se dice y se escribe “como señala fulano o fulana de
tal en tal libro“. Suena un poco raro, pero entre más fulanos y
fulanas haya en un texto teórico, más serio es, más respetado… y más
aburrido. Nah, no es cierto. Es muy bueno leer y escuchar esos
pensamientos, aunque luego resulta que uno sabe lo que pensaron tal y tal, pero
ni idea de lo que piensa el autor. Y uno, una, unoa,
piensa “vaya si era para decirnos lo que dice otro, mejor nos hubiera
remitido al otro texto o hubiera usado el método científico de “copiar y pegar”.
En fin, lo que quiero decirles es que, para todo lo que
escribimos y decimos, la resistencia zapatista es nuestra bibliografía.
Ustedes tal vez no se han dado cuenta, aunque yo creo que
sí.
Ahora tienen aquí su propio drone para
asomarse a una vista de conjunto de la resistencia zapatista. Claro
algunos, algunas, algunoas de ustedes pueden decir que
han estado en comunidades zapatistas y saben de su resistencia. Pero no
me refiero a la resistencia de una comunidad. Hablo de la resistencia
zapatista como esfuerzo colectivo. La resistencia vista desde adentro.
Bueno, pues el drone cuyo privilegio
tienen ahora se llama Subcomandante Insurgente Moisés. Por sus trabajos
anteriores y por su cargo actual, él conoce como nadie la genealogía de la
resistencia zapatista, su historia, su cómo llegó a ser lo que es, eso que nos
lleva decir, como lo escucharon ayer, hay lum tujbil vitil ayotik.
Escúchenlo. Léanlo. A través de sus palabras
podrán asomarse a una historia terrible y maravillosa. Entenderán que es
como un drone subterráneo y tendrán el privilegio de
una mirada desde las profundidades de la resistencia zapatista.
Lo que yo les voy a decir seguramente lo dirán o lo
escribirán otros, otras, otroas mejor que yo, con más
datos duros, con mejores argumentos, con conclusiones más contundentes.
Pero lo que él les va a contar no lo van a encontrar en
ninguna otra parte, ni siquiera platicando con él. Porque resulta que él
se preparó para ustedes como colectivo, y porque precisamente por él hablamos
como colectivo.
Así que mi consejo es que no fallen a las sesiones donde él
hable.
Claro, no les diremos cuándo mero le toca a él y cuándo a
mí. Eso para que no me quede yo solito aquí, hablando de gato-perros,
muros agrietados, fútbol y baloncesto,
/aquí les cuento una anécdota: cuando, el día 2 de mayo,
ustedes se retiraron de Oventik empezó a llover, una gran tormenta, pero las
bases de apoyo siguieron en el baile y los juegos deportivos. Yo estaba en
un rincón escuchando al narrador, porque ponen un cronista que va narrando el
juego. Luego vino la premiación. Bueno, ¿saben cómo se llama el equipo
que ganó en baloncesto femenil. Se llama “Las Derrotadas”/
Sherlock Holmes y Euclides, errores de dedo, catástrofes
planeadas, derrotas de género, Yolao echando una mano,
la guerra, siempre la guerra.
Por eso estamos haciendo una encuesta sobre cuáles son los
invitados e invitadas con más rating, para ponerme yo donde al menos pueda
decirle al Doc Raymundo “¡Ánimo doc!” y él, noble y generoso, me replique
“¡Ánimo Sup!”.
SupGaleano.
México, Mayo 4 del 2015.
Del cuaderno de apuntes del gato-perro.
Nota: este cuento traté de ponerlo en formato tuitero pero
no pude. Y es que resulta que el otro día vi entuiter a
un usuario, usuaria o usuarioa que se aventó todo un
comunicado en puros fragmentos de 140 caracteres. No, no me enojé.
Me dio envidia porque le quedó mejor a él que a mí. Va pues:
“El Navío”
Debo advertirles que los cuentos del Gato-Perro son muy
otros. Ya antes se ha dicho que, a diferencia de los cuentos
tradicionales según el esquema “había una vez…”; los cuentos zapatistas (y no
sólo los cuentos, pero no es el tema) inician con “habrá una vez…”
Bueno, pues resulta que los del Gato-Perro inician así: “hay esta vez…”.
O sea que los cuentos del gato-perro son muy modernos porque transcurren “en
tiempo real”. Bueno, pues resulta que:
“Hay esta vez…
Un navío. Grande, como si fuera una nación, un
continente, un planeta entero. Con toda su tripulación y sus jerarquías,
es decir, sus arribas y sus abajos. Sus disputas por
ver quién manda, quién es más, quién tiene más. Lo normal, pues, en un
lugar donde hay quién arriba y quién abajo. Vino entonces que la soberbia
embarcación andaba a los tumbos, sin rumbo claro y haciendo agua por ambos
costados. Como suele suceder en estos casos, el cuerpo de oficiales
reclamó que el capitán fuera relevado. Complicadas como suelen ser las
cosas cuando los de arriba las determinan, se decidió que, en efecto, el tiempo
del capitán ya había pasado y que era menester nombrar a uno nuevo. Los
oficiales discutían entre ellos, disputando quién con más méritos, quién mejor,
quién más.
La algarabía llegó a lo profundo del barco, más abajo de la
línea de flotación, donde vivían y trabajaban la mayoría de los
tripulantes. No por no ser vistos, la importancia de éstos era
poca. Es más, para decirlo en términos llanos: el barco se movía gracias
a su trabajo. El alboroto no era nuevo para los de abajo. Sabían
bien que cada tanto, los de arriba se peleaban por ser el capitán. Al
dueño del barco eso no le importaba. Fuera uno u otro, lo que le
interesaba es que el navío produjera, llevara y recogiera mercancías por todos
los mares.
Bueno, pues resulta que entre los que trabajaban abajo,
había un grupo que se distinguía por ser muy otro. Como eran hombres,
mujeres y otroas, entonces daremos en llamarlos “loas otroas“. Loas otroas eran
seres pequeños, sucios, feos, malos y malhablados. Y lo peor de todo, no
se peinaban.
Como el resto del barco no sabía que había personas que no
se podían acomodar en los esquemas que les habían enseñado, entonces les dio
por decir que Loas Otroas en realidad eran marcianos
que querían apoderarse del barco para llevarlo a otra galaxia.
Afortunadamente, el capitán del barco salió al paso a estos falsos rumores y
nombró a una comisión de ilustres intelectuales para dar una explicación
científica acerca de la perturbadora existencia de Loas Otroas.
Los intelectuales se reunieron en un salón exclusivo fabricado especialmente
para eso y, después de varios días y mucha paga, dieron a conocer los
resultados de sus estudios. “Loas Otras, dijeron, no son marcianos.
En realidad son hechos en China, y los chinos los habían fabricado en China y
los habían mandado al planeta Marte, para que de ahí aterrizaran en el barco y
sabotearan la industria de peines, cepillos, champús, fijadores, peluquerías y
salones de belleza”. El capitán del navío felicitó a los científicos con
un tuit confuso, como de por sí. Las revistas
especializadas difundieron el descubrimiento.
Nah, no es cierto, pero si les parece una explicación
absurda, hay peores en los medios de comunicación de paga.
Pero volvamos al barco.
Loas otroas, como tales que eran, se la
pasaban maldiciendo a los de arriba, y haciendo travesuras que irritaban, es
cierto, a los oficiales. O sea que cada tanto les daba por organizar
rebeliones. Entonces los oficiales decían grandes discursos sobre
amenazas interplanetarias, se miraban entre ellos calculando cómo aprovechar la
ocasión, y daban la orden de poner en orden a los desordenados, o sea a Loas
Otroas.
Loas Otroas llamaban a las demás personas
a rebelarse. Pero la mayoría de quienes abajo trabajaban no se implicaban
mayormente, además de que no pocas veces aplaudían cuando algunoa de loas otroas erallevadoa a
la plancha y, con grandes discursos de los oficiales acerca de la racionalidad
del mando y la irracionalidad de la rebeldía, se le obligaba a saltar al mar.
¿Había o no tiburones? Quienes trabajaban abajo, no lo
sabían. Es más, sólo sabían de lo que pasaba arriba y afuera cuando los
oficiales les pasaban información. Aún y con las bajas de rigor, loas
otroasseguían dando lata con su “ni amo, ni patrón, ni señor, ni
mandón”, además de otras ideas igualmente anacrónicas, como ésa de “el barco
debe ser de quien lo hace navegar”. El navío, pues, seguía su disparatado
vaivén sin nada apreciable que lo afectara. Como cada tanto, unoa otroa es
ahora llevado arriba para ser arrojado al mar. ¿De qué se le acusa, juzga
y condena? Al verdugo eso no le importa. Le basta constatar que el
ser es sucio, feo, malo y grosero para saber que es culpable, aunque sólo lo
sea de ser quien es. Pero esta vez pasa algo fuera de lo usual. La
disputa entre oficiales por suceder al capitán ha armado tanta bulla que nadie
se ha preocupado de despachar el discurso de rigor, las loas al orden, el
progreso y la buena mesa. El verdugo, hecho a los esquemas, no sabe qué
hacer, pues algo falta. Se va entonces a buscar a algún oficial que
cumpla con la tradición. Para hacerlo sin que el
acusado-juzgado-condenado se escape, lo manda al Carajo, esto es a la “Cofa del
Vigía”, también conocida como “Nido de Cuervos”.
El puesto de vigía en la cofa, en lo más alto del mástil
mayor del velamen, era visto por toda la tripulación como un castigo.
Fuera por el viento, la lluvia, el sol, las heladas, las ventiscas, el “nido de
cuervos” era considerado una sucursal del infierno. Desde ahí se
avistaban enemigos, acechanzas desconocidas, monstruos y catástrofes, prósperos
puertos donde se intercambiaban mercancías (es decir personas), islas
incomprensibles pobladas por loas otroas. Aviso que diera,
aviso que era recibido entre los oficiales con enfado y descontento. Si
se trataba de buques enemigos, el capitán entregaba todo sin chistar, y luego
brindaba con el cuerpo de oficiales por el progreso que el saqueo había traído
a cubierta. Sí, suena estúpido, pero así es todo sobre la cubierta de
este navío. Si lo que se avistaban eran monstruos y catástrofes
sistémicas, quienes estaban al mando celebraban la modernidad… o la
posmodernidad, según la moda que las nuevas cartas de navegación decretaran.
Si se trataba de acechanzas desconocidas, rápidamente se distribuían entre los
tripulantes volantes y octavillas.
En ellas se llamaba a ver con optimismo el panorama, y se
exhortaba a la meditación, la superación personal y el amor al prójimo.
“El cambio empieza por uno mismo”, solía ser el encabezado de los papeles que
se producían en grandes cantidades… y que casi nadie leía. Más con
inconformidad que con molestia, era recibida la noticia del puerto de destino
inmediato. De las ganancias de la compra-venta de mercancías, los
oficiales daban un mordisco que siempre les parecía pequeño. Como grandes
eran las ganancias, por pequeña que fuera la tarascada, alcanzaba bien para que
los oficiales se construyeran nuevos camarotes o adornaran con estatuas
fastuosas los museos náuticos donde alababan su linaje.
Si quien escucha este cuento piensa que todo es extravagante
e irracional en este navío, no le falta razón. Por más que arriba se
confeccionaran un modo de convivencia, con sus reglas de etiqueta, sus buenas
costumbres, sus jerarquías, el conjunto no dejaba de ser aberrante. Y un
análisis serio de la organización del barco llegaría a la conclusión de que, el
absurdo fundamental está en que la vida del barco, lo que lo mantiene a flote,
está bajo la línea de flotación, en la parte más baja del soberbio navío.
A pesar de los avances científicos y tecnológicos, las turbinas nucleares, las
tabletas 4G-lte, las imágenes en ultra alta definición y el fast food,
el motor principal de esta nave es humano.
Si quien me escucha pone atención a la organización del
barco que le describo, se dará cuenta que, a pesar que los que están abajo son
los que hacen posible la navegación, produciendo no sólo lo necesario para que
la embarcación funcione, sino también las mercancías que le dan sentido y
destino al navío, no poseen nada que no sea su capacidad y conocimientos para
cumplir con esa tarea. Tampoco tienen la posibilidad de decidir nada
sobre la organización para que se cumpla su objetivo. Son los oficiales
en cubierta quienes deciden eso. Claro que, cuidando las formas, cada
tanto simulan tomar en cuenta la opinión de los marineros y las marineras,
porque en este barco hay equidad de género para la chinga. Para esto
organizaban antes un curioso juego que consistía en presentarles varios colores
y pedirles que escogieran uno. El color elegido por mayoría, faltaba más,
pintaba entonces el casco de la nave, y hasta una bandera especial se colocaba
para identificarla. Pero nada cambiaba, el dueño seguía siendo el mismo,
idéntico el destino e igual la organización del barco. Digo “antes”,
porque el cuerpo de oficiales estaba atento a los avances modernos y suplantó
ese proceso con el de las encuestas: ¿qué color les gustaría más?
Afortunadamente, la modernización no apagó el pudor de quienes están sobre
cubierta y siguen con el formalismo de votar cuál color es más bonito.
Sin embargo, los vientos del mar se agitan cada vez
más. Más embarcaciones enemigas aparecen con mayor frecuencia, y son más
agresivas. Si quien me escucha piensa que el cuerpo de oficiales, en
razón a su esperada habilidad, verá la forma de sortear con éxito esas
novedosas amenazas, se equivoca. Ocupados en sacar más ganancia de la
pequeña parte que arrebatan, los oficiales se han ido haciendo más hábiles, sí,
pero para descubrir mil y una formas de quedarse con más, no sólo de lo que
roban abajo, también de lo que pueden arrebatarle a sus pares. El asunto
es que quien debería garantizar que se mantenga la organización interna de la
embarcación, de modo que cumpla su función, ha dimitido en los hechos. La
nave funciona ya, desde hace tiempo, por inercia.
Pero volvamos al protagonista de este cuento y su amargo
destino en la cofia.
Que esa franquicia del averno estuviera arriba era sólo una
de esas paradojas que poblaban la geografía del mar en turno. Contra lo
que pudiera pensarse, el ser en cuestión, loa otroa, subió
con entusiasmo. Hábil, como se es de por sí en el abajo, trepó con
encomiable destreza por el mástil mayor y se acomodó en el estrecho puesto del
vigía.
Siguiendo un impulso desconocido, cuando menos desconocido
para quien cuenta el cuento y para quien lo escucha, el extraño ser no se
dedicó a compadecerse de sí mismo. En cambio, aprovechó su posición
privilegiada para mirar.
No era poco lo que su mirada abarcaba.
Miró hacia cubierta y se detuvo un instante en el lema que
el dueño del navío había hecho grabar en bronce en la parte delantera del
barco: “Bellum Semper. Universum Bellum. Universum Exitium“.
Loa Otroa no sabe latín. Bueno, yo
tampoco. Pero alguien ha hecho una traducción y podemos decir que sería
algo así como “Guerra siempre. Guerra Universal. Destrucción Universal”
Mientras encontramos la forma de hacerle llegar a Loa
Otroa la traducción, el ser sigue observando lo que hay en
cubierta. Allá, por ejemplo, se ve un templete lleno de banderitas de un
color, más allá otro con banderas del mismo color, y otro, y otro. Es
curioso, pero lo que desde cerca se ve como si fueran muchos colores y formas
diferentes, a la distancia se ve que todos los templetes tienen el mismo diseño
y el mismo color. Aburridoa, Loa Otroa ve
hacia el horizonte. Se estremece. Agudiza la vista y confirma lo
que ha visto. Baja de nuevo a cubierta y sigue por la escotilla que da
hacia la parte inferior del navío.
Llegando busca un su cuaderno y empieza a dibujar signos
incomprensibles. Llama a Loas Otroas y les
muestra el cuaderno. Loas Otroas se miran entre
sí, miran el cuaderno, se vuelven a ver entre sí, hablando ahora una lengua
antigua. A saber qué dicen, porque no hay un traductor a la mano, pero
después de un rato así, mirándose y hablándose, se ponen a trabajar
febrilmente.
Tan-tan.”
Lo sé, yo estaba tan indignado como ustedes ahora.
Reclamé: “¿Cómo que “tan-tan”? ¿Qué vio desde el puesto del vigía?
¿Qué dibujó en su cuaderno? ¿Qué se hablaron? ¿Qué pasó después?”
El gato-perro maulló ladrando: “No lo sabemos todavía”.
Luego ladró maullando: “Esas 4 palabras deberían aprender a
usarlas quienes dicen ser científicos sociales”.
Gracias.