Maestro Zapatista Galeano: Apuntes de una vida.
2 de Mayo del 2015.
Compañeros y compañeras del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional:
Compañeroas, compañeras, compañeros de la Sexta:
Personas que nos visitan:
Me toca ahora
hablarlo al compañero maestro zapatista Galeano.
Hablarlo para que en
la palabra viva. Hablárselos para que
tal vez así entiendan nuestra rabia.
Y decimos
"maestro zapatista Galeano" porque ése era el puesto o la posición o
el trabajo que tenía el compañero cuando fue asesinado.
Para nosotros,
nosotras, zapatistas, el compañero maestro Galeano sintetiza toda una
generación anónima en el zapatismo.
Anónima para afuera, pero protagonista fundamental en el alzamiento y en
estos más de 20 años de rebeldía y resistencia.
La generación que,
siendo joven, estuvo en las llamadas organizaciones sociales y conoció la
corrupción y falsedad que nutre a sus dirigentes, se preparó en la
clandestinidad, se alzó en armas contra el supremo gobierno, resistió a nuestro
lado traiciones y persecuciones, y orientó la resistencia de la generación que
hoy asume los cargos en las comunidades indígenas.
La muerte violenta,
absurda, implacable, cruel, injusta lo alcanzó con el cargo de maestro.
Un poco después y lo
hubiera alcanzado como autoridad autónoma.
Algún tiempo antes
lo hubiera tocado como orientador.
Antes de eso,
hubiera la muerte matado al miliciano.
Muchas lunas antes el
muerto hubiera sido un joven que sabía lo suficiente y necesario sobre el
sistema, y buscaba, como muchas, muchos, muchoas todavía, el modo mejor de
desafiarlo.
Hace un año un trío
de periodistas de paga, adocenados por el gobierno del Ario Velasco y su
podrida corte, levantaron una mentira en torno a su asesinato.
Quien tomó las fotos
lastimeras de los supuestos golpes cuidadosamente vendados de los asesinos,
como premio fue a pasear a Nueva York otras fotos mercenarias.
Quienes tragaron sin
reparo la mierda gubernamental y la difundieron en primera plana, ahora tienen
eco en quienes maquillan la noticia y presentan su asesinato como producto de
un enfrentamiento.
Quienes callaron
cómplices por conveniencia financiera o cálculo político siguen simulando que
hacen periodismo y no publicidad mal disimulada.
No muchos días antes
de este que nos convoca, leímos en la prensa de paga que la "heroica",
"abnegada", "profesional" e "impoluta" policía
del Distrito Federal, en México, tuvo un "enfrentamiento", así
dijeron, con un grupo de personas invidentes.
Los malvados ciegos arremetieron con sus "armas", sus
bastones, a los pobres policías que no hacían sino cumplir su deber y tuvieron
que responder con golpes de tolete y escudo para hacer ver, a los sin vista,
que la ley es la ley para los de abajo, y para arriba no es.
Y también hace poco,
y con motivo de esas especulaciones de temporada que suelen azotar no sólo al
gremio periodístico, también a las redes sociales, cuando hablar de algo es
ocultar que no se tiene nada importante qué decir o informar, una periodista,
de ésas que alegan "profesionalismo" y "objetividad",
escribía sobre la muerte del hermano en lucha y recogedor de lluvias, Eduardo
Galeano, y suponía una liga falsa entre el Galeano escritor y el Galeano
maestro, miliciano y zapatista.
Al hacer referencia
al compañero zapatista Galeano, la periodista de paga insistía en que había
muerto en un enfrentamiento y remitía a las fotos de su colega turista en Nueva
York.
Señalo que es una periodista
no por misoginia, sino por lo siguiente: como ya es común en los medios de
comunicación, tan común que a veces ni nota alcanzan, los asesinatos de mujeres
son también maquillados de modo que son "muertas" y no
"asesinadas".
Tomemos un caso cualquiera,
un hogar o una calle cualquiera, una geografía cualquiera, un calendario
cualquiera: hay una discusión, una pelea, o ni siquiera eso, sólo porque sí,
porque él manda, el hombre agrede a la mujer, la mujer se defiende y alcanza a
rasguñar al hombre, el hombre la asesina a golpes, a puñaladas, a balazos, a desprecio. El hombre es atendido y los arañazos curados
y vendados.
Sobre este hecho, la
periodista, "profesional y objetiva" como dice ser, hará la siguiente
nota: "una mujer murió en un enfrentamiento con su pareja, el hombre
presenta heridas producto de la pelea.
Se adjuntan fotos del pobre hombre herido, después de ser atendido en
los servicios médicos. La familia de la
mujer agresora se negó a que fuera fotografiado su cuerpo". Fin de la nota y a cobrar.
Así son las notas periodísticas
de hoy: ciegos armados con bastones se enfrentan contra policías armados con
escudos, toletes y gases lacrimógenos.
Mujeres armadas con sus uñas se enfrentan contra hombres armados con
cuchillos, garrotes, pistolas, penes. Éstos
son los "enfrentamientos" de los que se da cuenta en unos medios de
paga, aunque algunos se disfracen de medios libres, como algunos que se
registraron así, pensando que no los conocíamos y no los íbamos a dejar pasar
si eran de paga. Pero los conocemos y
aquí están "cubriendo" este acto.
El compañero maestro
zapatista Galeano no murió en un enfrentamiento. Fue secuestrado, torturado, desangrado,
apaleado, macheteado, asesinado y rematado.
Sus agresores tenían armas de fuego, él no. Sus agresores eran varios y varias, él estaba
solo.
La periodista "profesional
y objetiva" reclamará las fotos y la autopsia, y no tendrá ni las unas ni
la otra. Porque si ella no se respeta y
no respeta su trabajo, y por eso escribe lo que escribe sin que nadie se lo
cuestione y además cobrando por ello; nosotras, nosotros, zapatistas, sí
respetamos a nuestros muertos.
Hace más de 20 años,
en la batalla de Ocosingo, que duró 4 días, combatientes zapatistas fueron
ejecutados por los federales después de ser heridos en combate. Las armas de fuego de los zapatistas fueron
suplantadas por armas de palo. La prensa
fue entonces llamada a desquitar la paga bajo la vigilancia de las tropas
gubernamentales. Se tejió así la
patraña, repetida hasta el vómito hasta nuestros días, de que las tropas del EZLN
salieron con armas de madera a enfrentar al mal gobierno. Claro, el pequeño problema es que alguien
tomó las fotos cuando los zapatistas caídos no tenían nada a su lado. Y luego las contrastó con las presentadas por
la prensa oficialista. Mucho dinero se
pagó para que las fotos que retrataban la realidad no fueran difundidas.
Ahora, en los
tiempos modernos de crisis económica de los medios de comunicación de paga, un
arte, la fotografía periodística, se ha convertido en una mercancía mal pagada
que a veces sólo alcanza a provocar náuseas.
No voy a detallar
todas y cada una de las heridas sufridas por el compañero Galeano, ni a
presentarles fotos de su cadáver mancillado.
No voy a reseñar el cinismo narrativo con el que sus asesinos detallaron
el crimen como quien cuenta una hazaña.
Tiempo habrá de
pasar. Las confesiones de los verdugos
serán conocidas. Se sabrán con detalle
las torturas, los festejos que hacían con cada gota de sangre, la borrachera de
la muerte cruel, la euforia posterior, la cruda moral y etílica de los
siguientes días, la culpa persiguiéndolos, la justicia alcanzándolos.
El compañero maestro
zapatista Galeano será recordado por las comunidades zapatistas, sin bulla, sin
primeras planas. Su vida, y no su muerte,
será alegría en nuestra lucha por generaciones.
Cientos de niños tojolabales, tzeltales, tzotziles, choles, zoques,
mames y mestizos llevarán su nombre. Y
no faltará la niña que se llame "Galeana".
Los 3 miembros de la
decadente nobleza mediática, quienes llamaron a la guerra con la difusión de
una mentira, quienes callaron con cobardía, y la periodista "profesional y
objetiva", seguirán siendo mediocres, mediocres vivirán, mediocres
morirán, y la historia seguirá su curso sin que nadie los eche de menos.
Y sólo para terminar
de una buena vez con suposiciones tontas, el compañero maestro zapatista
Galeano no toma ese nombre del incansable recogedor de la palabra de abajo que
fue Eduardo Galeano. Esa liga fue un
invento de los medios.
Aunque suene
absurdo, el compañero toma su nombre de lucha del insurgente Hermenegildo
Galeana, por cierto originario de Tecpan, en el ahora estado de Guerrero, y que
llegó a ser lugarteniente del jefe independentista José María Morelos y
Pavón. Hermenegildo Galeana estaba con
las tropas insurgentes cuando, el 2 de mayo de 1812, rompen el sitio que el
ejército realista mantenía sobre Cuautla, derrotando a su paso a las tropas del
general Félix María Calleja. La
resistencia insurgente escribió entonces una página brillante en la historia
militar.
Es frecuente en los
pueblos zapatistas que hombres y mujeres apliquen los géneros a su muy
particular entender. Así, por ejemplo,
el mapa es "la" mapa. Lo que
hizo el compañero fue "masculinizar" el apellido Galeana y lo
convirtió en Galeano. Esto fue años
antes de que saliéramos a la luz
pública.
-*-
No voy a decir mucho
más sobre el compañero maestro zapatista Galeano.
Ya lo harán más y
mejor sus familiares y compañeros y compañeras que hoy nos honran con su
presencia, lo mismo que lo hará el compañero Subcomandante Insurgente Moisés.
A mí me duele
todavía mucho su ausencia.
Sigo todavía sin
poder explicarme la crueldad con la que se ensañaron contra él, queriendo
matarlo con armas y con notas periodísticas.
Sigo sin entender el
silencio cómplice y el desapego de quienes fueron levantados y ayudados por su
generosidad, y luego le dieron la espalda a su muerte después de haber usado su
vida.
Por eso creo que,
puesto que es su vida la que levantamos, es mejor que sea el compañero Galeano
quien les hable.
Los siguientes fragmentos que les leeré provienen del
cuaderno de apuntes del compañero Galeano.
El cuaderno. con éstos y otros escritos, fue entregado a la Comandancia General
del EZLN por la familia del compañero que nos hace falta hoy.
Se supone que se
empieza a escribir en el año 2005 y los últimos escritos son del año 2012.
Va:
"Para todos los
que lean esta brillante historia y para que algún día mis hijos y mis
compañeros no digan se esfumó.
Escribo mis acciones y pasos en la lucha,
pero también soy crítico porque también conocerán mis errores para no caer en
ellos. Pero eso no quiere decir que no
soy un compañero.
Bueno voy a empezar desde mi vida joven y
civil antes.
Cuando yo tenía como 15 años yo siempre
participé en trabajos y acciones de una organización llamada "Unión de
Ejidos de la Selva".
También sabía yo que estaba explotado porque
el peso de la pobreza que caía sobre mis quemados hombros bastaba para darme
cuenta de que la explotación aún existía, y que algún día aparecería alguien
para levantarnos y mostrarnos el camino, para guiarnos.
Bueno, como les dije en el principio
participé en un recorrido que hicimos (número ilegible) indígenas para tratar
de intercambiar ideas de trabajos productivos.
Así se llamó ese programa que hicieron según nuestros asesores de esa
llamada Unión, en la que nosotros militábamos.
Bueno, para mí me sirvió para aprender muchas
cosas. En primer lugar me di cuenta cómo
nos trataron de engañarnos esos mentados asesores Juárez y Jaime Valencia entre
otros. Fuimos hasta Oaxaca, a un lugar
donde también existen compañeros indígenas como nosotros, y que también tenían
una organización llamada X dirigidos por un sacerdote que estaba con
ellos. Pero también están en la misma
situación de opresión que nosotros.
Bueno, total que recorrimos varias ciudades
del país. Fue allí donde me di cuenta
cuánta gente mendiga por las calles, sin techo y sin tener qué comer. De veras nació en mí que eso debería ser
nuestro objetivo de intercambiar ideas para tratar y ver cómo exigir una vida
digna para todos los que vivimos en condiciones de pobreza humillante, por
culpa de los gobiernos.
También me di cuenta de algo que me disgustó
y nunca más volví a depender de esos mentirosos y mañosos hombres que aparentan
estar con los de abajo. Ellos hacían
todos estos movimientos para enriquecerse a costillas de nosotros, los pendejos
de esos tiempos que creíamos en su mañosa y falsa idea.
¿Por qué digo esto? Pues ya verán cómo estaba la cosa. Resulta que ellos promovían programas de
gobierno para engañarnos, y luego nosotros engañar a nuestra gente de nuestras
comunidades. En ese recorrido, el
gobierno dio un apoyo de 7 millones de pesos, que en ese tiempo eran un gran
dineral porque se hablaba de miles y no ahora que se habla de pesos. En ese entonces nos dijeron que el gobierno
había dado 7 mil millones, pero que no nos lo iban a dar todo, nada más 3
millones y el resto iba a servir para los siguientes recorridos, y nunca más
supimos dónde se fue ese dinero.
Claro, no nos informaron, pero ese dinero les
quedó a los mentados asesores, y mientras nosotros comíamos totopo con un
pequeño pedazo de queso, allá en Oaxaca, y dormíamos en el corredor de la
presidencia de Ixtepec, Oaxaca, ¿Y ellos
dónde estaban? Pues verán ustedes, ellos
dormían en buenos hoteles y comían en buenos restaurantes. Y así regresamos para Chiapas.
Llegamos en el Puerto Arista. Allí se compraron cajas de cerveza para
acabar de amolar. Cuando se terminó
disque los 3 millones que tenían los nombrados para llevar los gastos. Nos dijeron que íbamos a tener que comer
galletas y refrescos porque ya no había dinero.
Pero yo sabía que no era cierto, que los representantes en llevar la
cuenta nos hacían creer que todo había terminado, pero es que ellos ya habían
hecho un acuerdo con esos weyes asesores.
Y yo les dije que se hicieran un recuento para ver si era cierto que se
había acabado ese dinero. Pero no se aceptó
mi propuesta y lo que pasó es que me dijeron que ahí se había terminado el
recorrido en Motozintla. Me dieron 40
mil pesos (de entonces) para regresarme a mi casa, porque ya habían hecho la
cuenta que era lo que iba yo a gastar en pasajes hasta Margaritas y luego para La Realidad, que yo
viera cómo hacerle. Estuvo cabrón, 40 mil pesos de los viejos que Salinas
convirtió hasta hoy en día en 40 pesos nuevos.
Y así regresé a mi pueblo todo triste y encabronado a la vez.
Fue cuando en el 89, conocí a un verdadero
asesor, a un hombre que se hacía pasar como un humilde chambeador vendedor de loros.
Él y yo ya casi éramos amigos, pero a pesar de que ya nos conocíamos,
nunca me había dicho quién era y que era lo que realmente quería y hacía. Muchas veces nos encontramos en el Cerro
Quemado, platicábamos y yo veía que llevaba mochila pinta, como le llamamos
nosotros, y envueltas llevaba sus herramientas de trabajo. Eso era lo que mi amigo me decía. A cuántas gentes como yo sabían el cuento de
mi amigo sin saber la realidad, que estaba por verse cuántas mentiras decía mi amigo en aquel
tiempo. Mentiras para hacer verdad,
mentiras para hacer Realidad, mentiras verdaderas. Era mi cuate, yo tan torpe que no entendía lo
que estaba pasando.
Hasta que un día me topé nuevamente con mi
amigo, pero esta vez ya no estaba vestido de humilde chambeador, y ni cargaba mochila pinta y tampoco llevaba jaula de
loros.
¿Qué era lo que llevaba entonces? Verán, pues allí estaba mi amigo, mi cuate,
todo de negro y café, con mochila y zapatos, y un arma en los hombros. Resulta que mi amigo era un valiente
guerrillero y soldado del pueblo. Me
quedé sorprendido, y me regresé todo triste y aún sin comprender lo que allí
está pasando.
Eso fue mi error, no entender rápido lo que
aquel hombre quería.
Fue entonces cuando él supo que yo ya lo
había descubierto, y me mandaron llamar en la casa de seguridad junto con mis
padres y mis hermanos. Pero fue que mi
padre no quiso entrarle luego y mis hermanos también, pero yo ya no tenía más
qué hacer y decir. Fue así que le entré
de lleno a la organización. Me llevaron
para entrenar. En ese entonces casi
todos ya eran zapatistas. Nos fuimos a entrenar. Luego me asignan el grado de cabo y así hasta
que entraron todos mis familiares.
Hasta que se llegó el día que supe quién era
y cómo se llamaba mi mentiroso verdadero amigo: era en ese entonces el Capitán
Insurgente Z. Allí estaba ese hombre que
tuvo que recorrer todos los pueblos indios de Chiapas, todas sus montañas, ríos
y cañadas. Caminaba de noche como
guerrillero; de día como el más humilde buscador de trabajo, y sembrando paso a
paso la semilla de la libertad hasta que creció y dio frutos.
Qué grande fue su sufrimiento, pero qué
lindos frutos cosechó y se llevó. Y se
ganó con orgullo el grado de Mayor por su inteligencia y valiente acción y
preparación.
Pero no sólo él estaba, había otro gran y
valiente hombre e inolvidable revolucionario en la historia de nuestra
clandestinidad, el llamado y querido Subcomandante Insurgente Pedro, "el
Tío", llamado así respetuosamente por todos los compañeros de nuestra
lucha. Querido por todos porque era un
verdadero ejemplar que compartió su sabiduría revolucionaria. Fue un verdadero maestro en disciplina y
compañerismo.
Ejemplar porque él decía que él saldría al
frente en los combates, y si era necesario morir por nuestro pueblo, lo haría.
El día 28 de diciembre (del año 1993) me dijo
el compañero Sup I. Pedro, te vas para Margaritas para comprar gasolina y unas baterías que nos hacen falta,
dile al compañero Alfredo que lleve "el Amigo", o sea el carro de la
comunidad, pero no le digas que va a empezar la guerra. Y yo me fui.
Cooperamos maíz desgranado para disimular con el chofer, porque era de
emergencia la salida y así no sospechara lo que estaba por verse. Pero él ya sabía, pero como chisme, que la
guerra iba a empezar, y preguntaba, pero yo no le conté nada, ésa era la orden,
y cumplí a pesar de que era mi compadre.
Ni a mis padres informé de lo que iba a pasar, porque ellos ya vivían en
Margaritas. Caminamos viajando toda la
noche y todo el día.
El 29 (de diciembre de 1993) regresamos como
a las 4 de la tarde nuevamente en la Realidad.
Yo había cumplido mi primera misión.
Me reporté y me dijo: "prepárate porque nos vamos a pelear, en media
hora tendremos a los policías de Margaritas rendidos". Y allí se quedó por siempre grabado. Así otras hazañas del Sup C. I. Pedro.
Y
permanece hasta la fecha el día 30 (de diciembre de 1993) salida a
Margaritas. También hubo muchos
accidentes en el camino. Fue increíble
el avance de nuestras tropas. Sin que el
enemigo se diera cuenta, avanzábamos como fantasmas en medio de la oscura
noche, sólo iluminada por los faros de los carros y autobuses zapatistas.
Antes de Las Margaritas hay un lugar, antes
de Zaragoza. Cerca ya de ese poblado se
repartió cada uno con su trabajo revolucionario: primer grupo, tomar la
presidencia; segundo grupo, tomar y retén de la carretera Margaritas- Comitán;
tercer grupo, tomar y retén de la carretera San José Las Palmas-Altamirano;
cuarto grupo, carretera Independencia-Margaritas; quinto grupo, tomar la radio
Margaritas.
Esto fue en la madrugada de aquel glorioso
día 1 de enero, cuando ya no éramos fantasmas salidos de la noche, ya éramos el
EZLN a la luz del mundo. Todos nos veían
con asombro y con respeto por nuestra valiente acción.
Fue así cuando el Sup C. I. Pedro cae en
combate con los policías. Murió como
todo un gran valiente, matando a varios policías. Él solo los enfrentó. Fue tanta su rabia contra los asesinos del
pueblo que no le importó su vida, y con eso había cumplido con lo que había
dicho: morir por el pueblo o vivir por la patria.
Cuál fue mi sorpresa cuando nos avisaron que
había caído nuestro querido jefe. Un
dolor tan grande sentí, pero él había cumplido su misión, y también había
acomodado bien la sucesión de mando.
Porque él sabía que iba a pelear y que de por sí en una guerra pueden
pasar este tipo de cosas.
Fue cuando toma el mando y otra vez se ve la
acción de este valiente guerrillero, mi amigo el Mayor Insurgente Z. Así que nuestras misiones, a pesar de la
dolorosa caída de nuestro gran jefe, ya era dirigida por el Mayor I. Z. Un grupo fue y tomó la finca del general
Absalón Castellanos Domínguez y fue tomado prisionero y traído preso hasta las
montañas, para después hacerle un juicio por todos los crímenes cometidos
durante su gobierno, pues él era el autor intelectual de los mismos. A pesar de todo lo que cargaba, de lo
culpable y de ser un asesino de tantos niños, mujeres y ancianos en Wololchán,
se le respetan sus derechos como prisionero de guerra. En ningún motivo se le torturó. Al contrario, lo que comía la tropa, se le
daba también a él. Es así como nuestro
camarada demostró una vez más su educación y buen trabajo militar que obtuvo
durante su clandestinidad. El respeto
por las vidas de los que caen prisioneros en una guerra debe ser
respetado. Y se recuerda a todos los que
leen nuestra historia que el respeto se gana respetando a los de abajo, pero
también a los de arriba pero si muestran respeto hacia los de abajo. Gracias. Morir para vivir. Galeano."
(sigue)
"En Las
Margaritas me tocó hacer retén en la carretera Margaritas San José las
Palmas. De allí nos trasladamos para la
carretera Margaritas-Comitán. Allí
estuvimos el día 1 de enero toda la noche hasta que llegó otra orden de ir para
tomar el almacén de la Conasupo que estaba en Espíritu Santo. Fuimos con otros compañeros insurgentes para
sacar cosas para que comieran las tropas.
Luego se dio la orden de retirada a las montañas y nos venimos y nos
posicionamos en Guadalupe Tepeyac, Luego
hicimos emboscada de La Realidad al kilómetro 90 Cerro Quemado, luego me mandan
a recuperar un vehículo de 3 toneladas que era de un cabrón llamado J de
Guadalupe Los Altos.
Yo no sabía manejar bien. Sólo tenía la teoría de cómo manejar un
vehículo, y fue donde pasé en práctica y empecé a mover el vehículo. Llegué a La Realidad con pura primera. Ya me estaban esperando, la compañera capitán
L y varios insurgentes más y me dijeron "Vamos Galeano", pero yo le
dije "yo no he manejado y mucho menos cargado.
Morir para vivir. Galeano." (entre 2005
y 2009)
(sigue)
"No importa, en la guerra todo se
vale", me respondió la compañera y nos fuimos, pero allá adelante de Cerro Quemado, yo había
agarrado confianza, empecé a correr más ligero, pero en una curva giré
demasiado el volante y que me salgo de la carretera entrando en el acahual como
15 metros de la carretera. Pero bueno,
lo saqué como pude y seguí para cumplir con la misión.
Desde ese día empecé a manejar todos los
días, hasta que un día nos vio el helicóptero y me ametralló. Tardó como 10 o 20 minutos disparándome, pero
yo ya estaba bien parapetado debajo de una piedra. Sólo el polvo y olor de piedra y pólvora
llegaba hasta donde estaba yo. Y hasta
que el fuego cesó y el helicóptero se retiró, salí de mi escondite y seguí con
mi misión. La misión era ir por los
milicianos que estaban por Momón. Fui y
regresé junto con mi amigo y jefe militar el compañero Mayor Insurgente Z. Siempre estuvimos juntos los días de guerra,
aún cuando hubo el cese al fuego.
En los trabajos del primer Aguascalientes en
Guadalupe Tepeyac, participé en la revisión de la gente que vino en la
Convención Nacional Democrática. Me
entrenaron para escolta, fui escolta de nuestros mandos.
Luego, el día de la traición de Zedillo, fuimos
el 9 de febrero a obstaculizar la carretera en el Cerro Quemado. Ya el ejército
estaba en Guadalupe Tepeyac. Aún así
avanzamos en la oscuridad y trabajamos haciendo zanjas y derribamos árboles
para evitar el paso del ejército federal a La Realidad.
Luego
nos retiramos a las montañas por varios días, hasta que, nuevamente, el pueblo
de México y el mundo se movilizó y frenó la persecución de nuestros compañeros
mandos y tropas del EZLN. Después de
varios días y noches estando acampados en las montañas, regresamos a nuestros
pueblos.
Participé en todos los encuentros que nuestra
organización organizó. Estuve de escolta
de nuestros jefes militares. Participé
en la marcha de los 1,111 zapatistas a la ciudad de México.
En todas las marchas siempre viajé
orgullosamente como chofer del "conejo", del "tata", del “chocolate". Siempre llevando a nuestros compañeros en las
marchas para exigir nuestras demandas.
Cuando se rajaron todos los sargentos, me quedé y me dan el grado de
sargento. Participé como regional de
grupos juveniles en la clandestinidad y en tiempos de guerra. De una y mil maneras le hemos hecho la guerra
al enemigo, aunque también el mal gobierno ha hecho lo mismo.
Pero debemos valorar los grandes caminos que
hemos recorrido sin importar los sacrificios y privaciones. Eso nos ha hecho más fuertes y me mantiene en
el camino de la lucha, hasta conseguir la libertad que nuestro pueblo
necesita. Falta mucho que recorrer,
porque de por sí es largo y difícil, quizás cerca, quizás lejos, pero
triunfaremos.
Luego se formaron las Juntas de Buen
Gobierno, y me eligieron como chofer del primer camión que obtuvo la JBG. Se llamaba "el Diablo". Luego me secuestraron junto con otro
compañero y también nos llevaron amarrados dentro del mismo camión por la
CIOAC-Histórica. Me tuvieron amarrado
varias horas y luego me trasladaron a una cárcel de Saltillo. Y luego me trasladan a Justo Sierra y me
mantuvieron sin comer, amarrado, sin comunicación. Querían que yo exigiera la liberación de un
delincuente, pero yo no aceptaba ser intercambiado porque yo era inocente y él
era un ladrón de esos que siempre abundan en las organizaciones sociales.
Estuve cautivo 9 días hasta que se dieron
cuenta que se estaban metiendo en problemas con derechos humanos y con el
EZLN. Y por fin liberan al camión
después de 3 meses que lo tuvieron. Y
luego se le cambió el nombre (al
camión), se le puso "El Secuestrado Histórico". Desde entonces empiezan los trabajos de las
JBG y la autonomía. Morir para vivir.
Galeano". (24 enero 2012)"
Ésta es la última
fecha que aparece en su cuaderno. Junto
a esa breve autobiografía, hay un par de poemas, probablemente de su autoría, y
algunas canciones de amor y esas cosas.
Por mi parte, sólo
me queda agregar que el compañero maestro zapatista Galeano era como es
cualquiera de las compañeras y compañeros zapatistas, alguien por quien bien
valía la pena morir para hacerlo renacer de nuevo.
Al terminar estas
líneas, tal vez haya respuesta a una cuestión latente. Una pregunta sembrada en mitad de la historia
que no se escribe con palabras:
¿Qué o quién hizo
posible que en un espacio de lucha confluyeran el filósofo zapatista y el
indígena zapatista?
¿Cómo fue que sin
dejar de ser maestro, el filósofo se hiciera zapatista, y que el indígena, sin
dejar de ser zapatista, se hiciera maestro?
Algo pasa en el
mundo que hace posible éste y otros absurdos.
¿Por qué, para
vivir, el uno hereda a los suyos una escondida pieza del rompecabezas de su
historia?
¿Por qué, para no
irse, el otro nos deja en letras su mirada vuelta hacia sí mismo y a su
historia con nosotras, nosotros, zapatistas?
Esto es lo que
tratamos de responder todos los días, a todas horas, en todos los rincones.
Ahora, casi al poner
el punto final a estas palabras, se me ocurre que la respuesta, o al menos una
parte de ella, está sentada en esa mesa, está en quienes están atrás y frente
mío, está en los mundos que al nuestro se asoman por la lucha de quienes, con
secreto orgullo, se autodenominan zapatistas, profesionales de la esperanza,
transgresores de la ley de gravedad, personas que sin aspavientos en cada paso
se dicen y dicen: PARA VIVIR MORIMOS.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Galeano.
México, Mayo 2 del 2015.
Tiene la palabra la
compañera escucha zapatista Selena...